
Rara vez ha faltado a un servicio, siempre está dos horas antes, y como bicho inquieto que es, se ha asignado la tarea de cafetero. Pero la magia real no está en el café, nace en el momento de tomar sus platillos, y como si tuvieran energía propia, vibra con ellos, y es feliz.
Y si de bailar se trata ¡Alberto primero! Salsa, cumbia, chamamé, tango, rock, paso doble o lo que venga. Bailarín incansable, antídoto para el aburrimiento. Su alegría contagia, y para colmo..., además, está convencido que los genes del baile... los heredó de un tío de su esposa...
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